Tres "poemas dramáticos" del autor indio, un icono de mi adolescencia y hoy un tanto olvidado. Se trata básicamente de un personaje central más o menos torturado o en búsqueda, ante el que van pasando personajes secundarios que le plantean distintas alternativas, para, al final, elegir la más cercana al amor; sin embargo, esa opción se mezcla siempre inexorablemente con la muerte de la persona amada. En "El cartero" un niño es encerrado en su cuarto por una enfermedad, pese a sus deseos de ver mundo (quiere ser cartero real), y por su ventana pasan distintos personajes, en especial una niña; cuando el médico del rey, enterado de su desgracia, acude a verle y le receta su curación, es decir, su libertad y el aire libre, entonces su niña querida muere. "El asceta" vive buscando la pureza solipsista, pero una mujer inocente toca su corazón; él se resiste y la mujer, resignada, se retira, pero él, al cabo del tiempo, ve que no puede olvidarla y va al pueblo a buscarla pero, claro está, para entonces ya ha muerto. "El rey y la reina" viven encerrados en su palacio entregados a su amor egoista mientras su pueblo gime por el hambre y la corrupción, pero la reina se da cuenta e, indignada ante la pasividad de su esposo, se lanza ella sola a luchar contra los malos gobernadores con la ayuda de su hermano, rey de la vecina Cachemira; el rey, entonces, enfurece y ataca a ambos, arrasando Cachemira de paso, hasta que recapacita y les ofrece a ambos hermanos su perdón, pero, para entonces, el rey de Cachemira había preferido la muerte a la humillación de la derrota total. En resumen, poesía que hoy se nos antoja algo empalagosa y hasta ingenua, pero que no deja de tener su gracia. Incluso los elementales efectos dramáticos no dejan de ser eficaces, y todo se lee con gusto. Claro que, seguramente, si fuese un libro más largo, acabaría uno un poco harto de tanta untuosidad, realzada además por la traducción de Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez, valedores del poeta indio y, por cierto, dueños en exclusiva de los derechos de sus traducciones al español, que la belleza pura no paga las facturas. ( )