A fines de 1936, mientras escribía esta obra, Pirandello cayó enfermo de pulmonía y murió. Alcanzó a escribir completamente los dos primeros actos de la obra, y el tercero logró relatárselo a su hijo, para que éste, respetando la labor de su padre, lo agregase ajustándose a la forma del relato.
Argumento: Una compañía de actores cómicos trepa una montaña en la cima de la cual existe un mundo mágico, con unos gigantes que los invitan a representar la obra de un poeta muerto, mientras preparan el festejo de una boda. El fracaso en la representación provocará el rechazo de los gigantes que agreden a los comediantes hasta la muerte.
La verdadera metáfora está ubicada detrás del tablero de ilusiones. La troupe que escala esa montaña para encontrar en la cumbre una definitiva derrota y un encuentro con la muerte, es la imagen del propio teatro ignorado por quienes lo consumen, olvidado por su público y destruido luego por él. Es una alegoría del divorcio de actores y público, de arte y pueblo, en el mundo contemporáneo.
Como una ironía final para su juego, Pirandello no supo dotar a su discurso del atractivo capaz de cautivar al público, cosa necesaria para luego convencerlo de su dureza, su indiferencia y su ignorancia ante la poesía. Le falló el último giro, el decisivo, pero de todos modos queda en escena la enorme maquinaria, una autopsia del teatro.