DILOGOS I

ESTAMPA SOCRATICA

ENCUENTRO DE PLATON CON SOKRATES

Cuando empezaron a caer las primeras gotas, enormes, el joven pensó que le daría tiempo a ganar la puerta de la muralla y aceleró el paso; mas se puso a arreciar de tal modo, que, desistiendo de su idea, torció a la izqulerda y a todo correr se dispuso a refuglarse en el Lenaión que se levantaba en una pequeña eminencla a breve distancia de donde se hallaba.

Pocos instantes después salvaba de un salto magnífico los cuatro escalones que daban acceso al pórtico (cinco columnas de mármol pentélico del más puro estilo dórico en el frente; dos, una a cada lado, en los costados), y se refuglaba en él, jadeante.

Entonces el aguacero era ya un verdadero diluvio. «Me salvas, Dionisos» (2),, pensó el joven invocando al dios a quien estaba dedicado el bello templo, al tiempo que se sacudía como un perro mojado; e iba a sentarse al fon- do del marmóreo pórtico, junto a la cerrada puerta de santuario, cuando le pareció que allá, hacia la izquier da, por el camino de Kinosarges (3), llegaba un hombre, decidido, sin duda, a buscar el mismo abrigo que él. Aquel hombre, que para protegerse un poco....