Las cuatro estrellas van por la "Investigación de la verdad" y, sobre todo, por el "Discurso del método". Quiero decir: por las cuatro primeras partes del "Discurso". Las "Reglas" son obviamente una obra de juventud, incluso a veces algo pretenciosa, si bien en algunos momentos se muestra gran agudeza de espíritu. Los dos últimos se centran en cómo funciona el ser humano, primero el "alma" (nosotros diríamos más bien la mente, o la psique) y luego los sentidos corporales. Tanto aquí como en los últimos libros del "Discurso" encontramos disquisiciones anatómicas que solo se aprecian poniéndose en la época y en lo que significaban de ruptura con la medicina especulativa, aunque nos parezca que la ruptura es solo parcial. Pero sí creo que es admirable cómo el filósofo trata de convencernos de que todo es racional, incluido el cuerpo humano.

Porque esa es la clave, como todo el mundo sabe. Todo es razón, o al menos razonable. La duda sistemática despeja el camino de las adherencias del pensamiento anterior, y, a partir de la certeza original, el famoso "cogito, ergo sum" (que, de una u otra forma, se presenta en varias ocasiones en estas obras), todo lo demás es deducción lógica, incluso la circulación sanguínea o el funcionamiento del nervio óptico.

Una frase de Paul Valéry que aparece en la sobrecubierta posterior alaba "la impresión general de honestidad y orden" del pensamiento cartesiano. Me sumo a esta idea. A pesar de que los razonamientos a veces no son tan claros, o de que los temas pueden ser áridos y pesados, el juicio de Valéry me parece de lo más acertado. Esta forma de escribir, clara y sincera, ayuda mucho al lector y se agradece. ( )