En "Gerona" volvemos a tener la épica del episodio anterior, "Zaragoza", esta vez contado por alguien a quien Gabriel Araceli conoce en sus andanzas, puesto que los sitios de las dos ciudades fueron prácticamente simultáneos. La capacidad de sufrimiento y la heroicidad de los gerundenses ("o tempora!") es, si cabe, descrita todavía con más intensidad y entusiasmo por un Galdós totalmente entregado a la causa. En especial, destaca la figura del general Álvarez de Castro, empeñado en no rendir la plaza aunque sea a costa de su destrucción. Los franceses, como de costumbre, solo aparecen en el horizonte, apenas como una desgracia natural o sombras que, al final, no llegan a entender la resistencia de este pueblo del que Galdós, evidentemente, se siente orgulloso.

"Cádiz" baja el listón un poco, a mi entender. Aquí vuelve la historieta sentimental a cobrar su protagonismo, perdido en las dos últimas novelas. El asedio solo lo es de nombre y el propio autor insiste en el poco caso que gaditanos y gaditanas hacen de las casi inofensivas bombas francesas, mientras que están mucho más interesados en esa nueva Constitución y eso de las "Cortes", que se toman como un espectáculo, aunque poco a poco las nuevas ideas van calando en la población y, como también refleja muy acertadamente el autor, se van preparando las contiendas partidistas de las épocas posteriores. Pero domina sobre todo la aventura amorosa de Inés y Gabriel, que quizá llega aquí a ser demasiado rocambolesca, con la presencia desestabilizadora de un noble inglés y de dos primas de Inés, sometidas como ella misma a la tiranía de su madre, ultramontana a más no poder. Sobre todo el final es demasiado aparatoso para mi gusto y Galdós no muestra aquí esa distancia sonriente que presenta otras veces, tratando de hacer un novelón folletinesco que no acaba de funcionar del todo. ( )