EL ETERNO RETORNO : VOLUMEN III

INTRODUCCIÓN

"A primeros de agosto de 1881, en Sils-Maria, a 6.000 pies sobre el nivel
del mar y a mucha más altura sobre todas las cosas humanas"

Empujado siempre por su necesidad de aire puro, a causa del estado
vale-tudinario de su cerebro, el autor de Zaratustra parecia destinado a vivir lejos
de los bombres, a mucha altura sobre los hombres. Y en esta soledad impuesta
en esta reclusión forzosa en las soledades de la Naturaleza, sí imaginación
concibió una teoria del universo, que quizás no tenia otro objeto que expresar
la inmensa amargura de su corazón.

El "eterno retorno de todas las cosas", nna bipótesis bosquejada ya por
el pitagórico Eudemo, y que parece condensar toda la melancolia, todo el
fatalismo de las leyes naturales, que irónicamente ofrecen al hombre el espec-
táculo de una renovación incesante, de una caducidad perpetua.

El movimiento de traslación de los planetas en sus órbitas, el ciclo de
las estaciones del año, la sucesión de las generaciones, las enfermedades perid
dicas, la repetición de las fases históricas, la formación y caida de los imperios,
etcétera, pueden sugerir la idea de si la creación no tendrá otro objeto que
repetir constantemente, infinitamente, los mismos fenómenos fisicos, biológicos
y morales.

Si pensamos que la cantidad de fuerza que obra en el universo es finita
el número de las posiciones, variaciones, combinaciones y desarrollos de esta
fuerza será ciertamente enorme, incalculable prácticamente, pero siempre de
terminado, nunca infinito.

El tiempo que invierte dicha fuerza en desarrollarse será infinito; por
consiguiente, hasta el momento presente habrá transcurrido ya un tiempo
infinito, o sea ya se habrán realizado todos los desarrollos posibles de
esta fuerza.