Andres Torres QueirugaRezensionen

IQS-2/7

ÑB-7

GB-6

Una conferencia dentro de un ciclo para conmemorar el cuadragésimo aniversario del Vaticano II. Torres es crítico y duro cuando hace falta, pero es un académico y sabe fintar. Su postura está clara: la adaptación para la Iglesia de los modos democráticos de gobierno que provienen de la socedad civil no sólo es posible, sino que sería muy beneficiosa para la Iglesia. Sería más cercana al comportamiento de Jesús, permitiría acercarse mejor al mundo (del que, por otro lado, forma parte), y facilitaría el cumplimiento del mandato evangélico, además de evitar muchos problemas internos, por ejemplo con la situación de las mujeres. Las formas, como digo, son más académicas que incendiarias. Pero el resultado está francamente bien.

Parece parte de un grupo de obras en el que Torres quiere plantear una nueva visión de los fundamentos del cristianismo: creación, esperanza (redención), resurrección. Él mismo anuncia un próximo libro sobre la resurrección. Se trata de ir a los fundamentos para presentar el mensaje cristiano de forma aceptable al mundo de hoy, obviamente sin renunciar a sus presupuestos. Es más, con el convencimiento (cf. GS) de que el cristianismo puede ayudar al ser humano actual al resolver sus propias perplejidades. Hay muchos teólogos empeñados en esto, y estoy seguro de que, pese a las resistencias carcas e institucionales, esta línea acabará triunfando.

En concreto, aquí se trata de cambiar el esquema creación-caida-redención-glorificación por una historia de amor en crecimiento. Dios crea por puro amor, y nos acompaña garantizándonos que al final todo acaba bien. El mal es consustancial a un mundo finito y, por tanto, libre. Pero, frente al mal necesario, Dios nos ayuda antes, durante y después del camino. Lo que, en mi opinión, sobra en esta teoría es el desprecio que Torres parece mostrar por las pequeñas acciones con las que Dios nos ayuda cotidianamente. Para el, todo eso es fruto casi exclusivo de la actividad mundana, lo sepamos o no, y Dios nos acompaña, pero no interviene. Creo que la experiencia de muchas personas, incluyéndome a mi, indica que el amor de Dios-madre llega hasta a hacer pequeños milagros cotidianos, saltándose sus propias reglas, para solucionarnos cosas, como hacen todas las madres. Esto no obsta para lo anterior. Al contrario, indica que el amor desbordante de Dios está incluso por encima de sus propios planes.