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Una síntesis no es una acumulación apretada, sino el discernimiento de lo realmente importante, lo que está por debajo de los acontecimientos. Este libro no es una síntesis de la historia de la segunda mitad del siglo XIX, sino una sucesión de hechos y afirmaciones, más o menos ordenados, con los que la autora ametralla al lector sin piedad desde la primera página hasta la última. Parece decirnos: "Ahí están los materiales; ahora, apáñeselas usted". Para eso no necesito un historiador, sino una enciclopedia. Solo en ocasiones, imagino que cuando el tema en cuestión es de la especialidad de la señora Heers, pueden encontrarse algunos hilos por debajo de las frases cortas y cortantes. Pero solo a veces.

Frente a esto, otros defectos parecen menores. Así, el irritante chauvinismo que, por otro lado, parece instalado a fondo en el ADN de los escritores franceses. También la ignorancia olímpica de algunas partes del mundo como la Península Ibérica, Latinoamérica, Grecia o los países escandinavos, incluso aunque los acontecimientos que narra pasen allí mismo (Marruecos o los Balcanes). Hasta el tono eurocentrista con que trata la colonización o sus elogios al capitalismo liberal frente al que la miseria obrera parece ser un mero motivo literario.

Sin duda, la señora Heers domina el tema. Pero, también sin duda, eso no basta para hacer una buena síntesis histórica. ( )