Goethe afirmó del joven Heine que llegaría a ser "el mayor poeta de Alemania". Nietzsche lo ratificaba: "El concepto más elevado de lo que es un poeta me lo ha dado Heinrich Heine. Busco en vano en todos los imperios de la historia milenaria una música tan dulce y apasionada. Poseía aquella perversidad divina sin la que me es imposible imaginar lo perfecto". Thomas Mann decía de él que había alcanzado "la prosa más genial de la lengua alemana". De su patria, Heine sólo conoció la prohibición de sus obras y las órdenes de arresto. La alemania nazi quemó sus libros y penó la sola mención de su nombre. Las dos Alemanias de posguerra se dividieron en torno a Heine: si la oriental lo coloca junto a Goethe, en la federal comienza a ser reconocido desde hace pocos años; y España, donde tanto influyó en sus escritores románticos (Bécquer, Rosalía), se ve en la necesidad de redescubrirlo. ( )

Heine nombra con admiración a Calderón (p.28), y a Cervantes en su prólogo al Quijote se aprecia un lector agudo de la obra. Desprecia la poesía francesa, se refiere a poetas del s XVIII (362).
En el Libro de Le Grand hace hablar a través de su tambor a un tamborilero del ejército imperial: 84 a 88 y 99-100.
Asistimos a un concierto de Paganini en la primera noche florentina 161-172.
En Memoria, 375, habla de un zoólogo cosmopolita que califico a los monos de antepasados del género humano. (¿Antes de Darwin?. Heine redactó las memorias hasta el último año de vida, 1855. darwin publica El origen de las especies en 1854.)
En Los dioses en el exilio, nos propone los paraderos de los dioses olímpicos tras ser desterrados por el c. Es una sátira a la sociedad de su tiempo. A Jupiter lo sitúa en el desconocido Polo Norte, anciano decrépito descubierto por la tripulación de un ballenero perdido. ( )