Este es el libro que deberían leer todos los que se han leído "El código Da Vinci" y van por ahí diciendo tonterías sobre lo que Leonardo pintó o dejó de pintar en "La Última Cena".
En realidad es un tratado completísimo con las ideas y conocimientos que el pintor tenía acerca de su arte, cómo elaborar las pinturas, cómo ver las escenas en perspectiva, cómo conseguir lo volúmenes o la sensación cerca - lejos, cómo adquirir destreza con el dibujo... Es una especie de miscelánea que respira aún lo medieval pero que se nota cómo ya vive en el Renacimiento. Y son destacables también los "retratos escritos" que hace de ciertas personas, como preparación para luego retratarlas en cuadros. Tiene sabrosas enseñanzas no sólo para el estudiante de bellas artes, sino también para usuarios entonces insospechados, como los fotógrafos o incluso los directores de cine. Que me consta que alguno de estos últimos aún aprendió algo que le vino bien del viejo genio florentino, gracias a este libro. ( )

El Tratado de la Pintura comprende novecientos cuarenta y cuatro epígrafes, una colección de pensamientos y de notas extraídas de los manuscritos de Leonardo Da Vinci y compilada póstumamente (hacia 1550) por un autor anónimo. El Tratado comienza con una disquisición acerca de si la pintura es o no una ciencia, continúa con toda una reflexión filosófica sobre la manera que tiene el hombre de conocer –principalmente, a través de la vista. Leonardo destaca a la pintura por sobre la poesía. El pintor es, por lo tanto, “señor de toda clase de gentes y de las cosas todas”. Luego reflexiona también sobre la escultura, y dedica muchas páginas del Tratado a comparar la perspectiva lineal con la perspectiva menguante, la perspectiva del color y la perspectiva aérea. Destaca la importancia de las luces y sombras, el uso del color, y las técnicas adecuadas para representar personas, paisajes y objetos.